¿Cuándo nos enfrentamos a problemas éticos? Para contestar a esta cuestión, veamos primero las siguientes situaciones:

 

·         Voy caminando por la playa. Estoy solo. De pronto, escucho un grito. Es alguien que se está ahogando y está pidiendo auxilio. Lo reconozco. Es mi enemigo. Lo odio. ¿Qué hago? ¿Debo acudir en su auxilio? Nadie me ve. Nadie me reprocharía nada. ¿Debo intentar salvarlo?

 

·         Prometía mi amigo devolverle hoy el dinero que me prestó la semana pasada. Tengo la plata pero si se la devuelvo, no podré comprar la entrada para ver a mi banda favorita que hace mucho tiempo que quiero ver. ¿Qué hago? ¿Cumplo mi promesa o me compro la entrada?

 

·         Soy soldado. Estamos en guerra. Un jefe militar me ordena matar a una persona desarmada, indefensa. ¿Debo cumplir su orden?

 

·         Soy testigo en un juicio. Mi testimonio es importante. Vi cómo unos hombres vestidos con camperas negras golpeaban a un chico y le robaban su bicicleta. Hoy es el día en que debo declarar. Recibo un llamado telefónico. Una voz gruesa me amenaza: "Si decís la verdad, te liquidamos". ¿Qué hago? ¿Debo mentir?

 

·         Me fue muy mal en un examen de matemática. Estudié pero es una materia difícil. No la entiendo. Mi madre sufre mucho cuando soy desaprobado. No quiero darle un disgusto. ¿Qué hago? ¿Debo decir la verdad a mi madre aunque la haga sufrir?

 

·         En la escuela, la mayoría de mis compañeros se burlan de un alumno nuevo porque es extranjero. No me gusta que lo traten así pero son mis amigos y no quiero pelearme con ellos. ¿Debo hacer lo que hace la mayoría? ¿Debo burlarme yo también de este chico?

 

¿Qué tienen en común todas estas situaciones? En todas ellas se plantean problemas que involucran a otras personas. La solución de los mismos no me afecta sólo a mí sino también a otras personas que sufrirán las consecuencias de mis decisiones y de mis acciones. Todos, en ciertas circunstancias, nos planteamos problemas de este tipo. Los problemas éticos son problemas cuya resolución tiene efectos en otras personas.

 

Cuando tomamos este tipo de decisiones y actuamos en consecuencia, estamos realizando una conducta moral.

 

 

Una conducta de este tipo puede ser calificada de "buena" o de "mala" por nosotros mismos o por los demás. Atribuimos valor moral a un acto que tiene consecuencias que afectan a otros individuos. Los actos que no tienen consecuencias para los demás no son objeto de una calificación moral. Si decido entre ir a jugar al fútbol y quedarme en casa a ver una película, esta decisión no puede merecer el juicio moral de otros. Aunque algunos pensadores sostienen que también existen problemas éticos en la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos. Según este enfoque, hacerse daño a uno mismo, abandonarse, resignarse o no desarrollar los propios talentos o las propias potencialidades también es una conducta mala.

 

Cuando nos planteamos un problema ético, no encontramos respuestas a ese problema en particular en las órdenes que nos dan nuestros mayores o nuestros jefes, tampoco las encontramos en las costumbres o en lo que opina la mayoría ni en las reglas de conducta que nos han enseñado. Todas estas pautas pueden orientarnos en nuestras decisiones pero no pueden darnos la solución. Es lo que puede verse en las situaciones planteadas arriba: sé que debo ayudar a los demás cuando se encuentran en apuros, ¿pero debo ayudar a alguien que no quiero y que considero mi enemigo? Sé que debo cumplir las promesas, ¿pero debo cumplirlas cuando me doy cuenta de que hacerlo me perjudica? Sé que debo cumplir las órdenes de mis superiores, ¿pero debo cumplirlas cuando esas órdenes son inmorales? Sé que debo decir la verdad, ¿pero debo decirla cuando corre riesgo mi vida? Sé que debo cuidar mis amistades, ¿pero debo hacer lo que mis amigos hacen, aunque esté mal, para conseguir su aprobación?

 

Prof. Lic. Claudio Andrés Godoy